Zita llegó al refugio siendo aún una adolescente, con una fractura en la pata que fue un duro desafío para ella. La intervención quirúrgica fue inevitable, y finalmente los huesos sanaron. Sin embargo, la fractura ocurrió en una zona de crecimiento, y a medida que Zita fue creciendo, la deformidad se volvió evidente. Los médicos tuvieron que intervenir de nuevo: romper el hueso y operar la pata para asegurarle un futuro sin dolor.
Lucha y sanación
Durante mucho tiempo, Zita luchó contra el dolor, pero gracias a los esfuerzos de los médicos y su propia resistencia, todas las heridas sanaron, y ahora puede caminar sobre todas sus patas.
Cautelosa y delicada
Al crecer, Zita se convirtió en una niña muy cautelosa que teme el contacto con las personas. Necesita una familia especialmente paciente y cariñosa, dispuesta a apoyarla en su difícil adaptación. Pero si le das tiempo y amor, se convertirá en una amiga leal para toda la vida.
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