Quizás, lo atropelló un coche. En dolor y miedo, el gato se arrastró hacia los arbustos, pero cuando se dio cuenta de que la situación era grave, reunió sus últimas fuerzas y buscó ayuda humana. Sus patas traseras estaban rotas y las heridas se habían infectado.
Yashka ha aprendido a moverse y no considera la ausencia de sus patas traseras un problema o una desgracia. Encuentra alegría en las personas, otros gatos y en la vida misma. Este gatito inteligente y cariñoso primero se acostumbra a las personas nuevas, y cuando confía en ellas, ronronea, se acurruca y da besos.