Su vida comenzó con privaciones y hambre. Buscaba alimento en los basureros de Majachkalá. Los animales de allí no son bienvenidos y la pequeña gatita esperaba un triste destino. Una voluntaria de Daguestán ideó un plan astuto y, a escondidas, metió a Vera en un transportín con otros pequeños. Así, la niña llegó a San Petersburgo.
Aguardando la felicidad
Ella espera cada día que vengan por ella. Cree que pronto será amada, necesaria y parte de un hogar. Con esperanza, atrapa la mirada de cada persona. Se siente triste, pero la juventud se impone, y aquí está, la alegre y activa Vera, persiguiendo un ratón de juguete o tratando de atrapar su travieso rabito. Inteligente, se adapta rápidamente y aprende al instante. La suave patita adora el cariño, ronronea y se acomoda, le encanta estar en brazos.
Un poco de bondad para Vera
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