La pequeña Shipa y su hermana Shosha fueron condenadas a morir de hambre y frío. Las chicas simplemente fueron abandonadas en el bosque. Afortunadamente, fueron encontradas por perros y gatos salvajes que las llevaron a un refugio de animales.
Explosiva como un refresco
El pequeño y asustado bultito empieza a acostumbrarse a la gente. Shipa se sienta en brazos, ronronea tiernamente e incluso juega, pidiendo su porción de cariño. Los juguetes que hacen ruido la fascinan, pero su propia cola también puede entretenerla durante mucho tiempo. Esta amigable nena explora curiosamente el mundo del refugio y espera con ansias el momento en que la lleven a casa.
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