Al encontrarse en la calle, Maya comenzó a buscar un lugar acogedor. Pronto iba a convertirse en mamá. Uno de los sótanos de un edificio de apartamentos estaba abierto, y ahí fue donde se estableció. Poco tiempo después, nacieron unos gatitos fuertes y saludables, a pesar del estrés que había sufrido. Los residentes del edificio escucharon los maullidos y acudieron a los voluntarios en busca de ayuda. Así fue como Maya llegó al refugio de animales.
Una gatita cariñosa
Maya aceptó con facilidad las nuevas condiciones de vida. En compañía de sus congéneres, se siente relativamente cómoda. No ataca a los gatos, pero tampoco se deja pisotear. Puede bufar y dar un pequeño zancada con su patita si es necesario. Su actitud hacia las personas es amable; le encanta recibir cariño y atención. Disfruta sentarse en brazos, ronroneando cuando se siente segura. Ha aprendido a usar el arenero y el rascador. Maya tiene una característica especial: su pancita es un poco más grande de lo normal. Ha sido examinada y no se encontraron desviaciones. Simplemente, Maya ha sido mamá varias veces. Se adapta a cualquier familia, preferiblemente con niños mayores de 10 años.
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