La gata vivía en una tubería de calefacción, donde personas amables le dejaban comida. Un día, Masyanya desapareció durante toda una semana. Y cuando regresó, pasó varios días tumbada con una pata rota y la piel desgarrada. Los voluntarios encontraron a Masyanya en un estado lamentable y la llevaron al refugio. La pata rota fue inmovilizada, pero los huesos no cicatrizaban bien y la patita no sanaba. Se realizó otra operación, en la que le pusieron un clavo. Ahora su vida y salud no están en peligro.
Tierna y cariñosa
Después de las pruebas sufridas, Masyanya presenta una ligera cojera. Pero esto no ha afectado su carácter en absoluto. A Masyanya le encanta el cariño, aunque no disfruta de los movimientos bruscos. Ronronea agradecida con solo acariciarle suavemente detrás de la oreja. Ha aprendido a usar la caja de arena y el rascador. Se adapta a cualquier familia, preferiblemente con niños mayores de 10 años.
Únete al destino de Masyanya.
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