Kobe llegó al refugio no por ser callejero, sino por el abandono de sus dueños. Su antigua familia se separó, y el perro se quedó sin hogar. Cuando lo entregaron a los voluntarios, estaba delgado y mostraba comportamientos dominantes por falta de socialización. En lugar de educarlo, lo «humanizaron»: lo encerraban en otra habitación cuando llegaban visitas porque, como buen protector, se lanzaba contra los desconocidos. Así, su instinto natural se convirtió en un problema.
Personalidad: fuerte pero con heridas emocionales
Kobe es un perro con un pasado complicado, pero lleno de potencial. En los paseos, se asusta con los ruidos fuertes, aunque obedece órdenes como «quieto» y «sentado». Le encanta jugar con juguetes, eso sí, no le gusta soltarlos —¡habrá que negociar!—. Podría convivir con otra perra, pero juega con demasiada brusquedad, así que lo ideal sería un adoptante experimentado que le dedique atención exclusiva.
Lo que Kobe necesita es un dueño paciente, que siga su educación con afecto y firmeza. Alguien con conocimientos de adiestramiento canino, que le ayude a superar sus miedos y a confiar de nuevo en las personas.
Ayuda a Kobe mientras espera una segunda oportunidad
Mientras Kobe espera a la familia perfecta, puedes apoyarlo apadrinando sus «Días de Perro». Cada aportación significa comida, cuidados y un paso más cerca de la felicidad para este perro leal que solo quiere sentirse seguro. ¡Ayúdale a empezar de nuevo!








