Ella llegó al refugio siendo muy pequeña. Una voluntaria notó a una gatita coja en la calle. Atrapar a esta escapista no fue fácil, incluso con tres patas, la pequeña se movía rápidamente para eludir a quien la perseguía. Pasaron varios días para poder domesticar a la fugitiva. En la clínica, resultó que Almetta tenía una fractura complicada. Fue necesario colocarle tornillos y pasar por un proceso de rehabilitación. Ahora, su patita está sana. Sueña con una familia y buenos dueños.
Un conejita soleada
En la calle, miraba a las personas con desconfianza y ahora siempre está alerta. No se deja cargar fácilmente, no le gusta que la aprieten. Al menos, permite que la acaricien. Pero estará a tu lado y, cuando se sienta cómoda, el ronroneo de esta queridita será el mejor premio.
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